Hace poco una persona muy querida y a la que admiro mucho me dijo "Nada puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos." Durante el camino que es la vida, todos vivimos situaciones que nos han provocado dolor, por lo que inevitablemente dejan su huella en nosotros. Estas huellas suelen tener una parte positiva, constructiva, que ayuda a crecer y evolucionar y otra parte intervenida por la mente que no es tan positiva ya que condiciona nuestra respuesta en determinados momentos, situándonos en el nivel de alerta muy pronto, pretendiendo crear ( erróneamente ) sensación de protección o el "más vale prevenir que curar". Huellas, heridas o en el mejor de los casos cicatrices. (Y digo en el mejor de los casos, por que si es cicatriz significa que ya está cerrada ). Puede que ante una situación normal tu respuesta sea desmesurada. Los pensamientos condicionan nuestra forma de actuar, incluso de sentir. Muchas veces no nos dejamos ser libres para sentir,
"Mira siempre el lado más brillante de la vida y, si no existe, entonces frota el oscuro hasta que brille."