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"En la lucha entre uno y el mundo, hay que estar de parte del mundo". Kafka


  • Competir. Dicho de dos o más personas: Contender entre sí, aspirando unas y otras con empeño a una misma cosa. // Dicho de una cosa: igualar a otra análoga en la prefección o en las propiedades.
    • Competitividad: Capacidad de competir.// Rivalidad para la consecución de un fin.
  • Rivalidad: Cualidad de rival. // Enemistad producida por  emulación o competencia muy vivas.
    • Rival: Dicho de una persona: Que compite con otra, pugnando por obtener una misma cosa o por superar aquella.
Estas son las acepciones que aparecen en la RAE. Como puedes ver todas tienen un significado negativo,implican un enfrentamiento con el otro y la idea implícita de que sólo uno puede ser mejor.





Ahora quiero reflexionar sobre la utilidad de la competitividad (más bien sobre su inutilidad.)

Al competir, desde el principio estamos perdiendo. Nos estamos perdiendo a nosotros mismos. Estamos perdiendo la seguridad de la perfección de tu trabajo en tí.Echando por tierra nuestros esfuerzos para compararlos con los demás. (Los demás que nacen de un sudor que por cierto no es nuestro).

Al entrar en competición con alguien, yo misma me olvido del esfuerzo que he hecho para conseguir lo que tengo, para llegar a donde estoy, para en definitiva, ser quien soy.
Dejo de habitar en mí para espiar o mudarme a la casa de otro. Para juzgar un camino que no tengo bajo mis pies, que  no me corresponde.

La competición es sufrimiento. Tanto si ganas como si pierdes. Si ganas necesitas el reconocimiento de los demás para comprobar que eres el mejor (el mejor...siempre comparado con alguien, en una incesante lucha) y si pierdes... si pierdes porque a pesar de todo lo que has andado...no has dado los mismos pasos que los demás...por muy lejos que te hayan llevado.

Me pregunto por qué nos cuesta tanto aceptar la naturaleza única e irrepetible en nosotros. Como hagamos lo que hagamos, nos resulta más fácil comparar nuestro trabajo con el de otro, con afuera... ¿por qué no somos capaces de simplemente honrarnos como somos, y ver, observar lo demás sin perder nuestro lugar?

Esto nada tiene que ver con el orgullo o la arrogancia, sino con el amor hacia uno mismo.
Un amor que te reconoce tu lugar, un amor que honra a los demás desde el reconocimiento hacia sí mismo. Un amor que no entiende de primero, segundo y tercero, sino de un círculo cromático en el que cada color tiene su lugar y no juzga cual tiene más brillo.


"No compitas con los demás, vuélvete como la tierra que nos nutre, que nos da lo que necesitamos. Ayuda a los otros a percibir sus cualidades, a percibir sus virtudes, a brillar. El espíritu competitivo hace que crezca el ego y crea conflictos inevitablemente. 
Ten confianza en ti mismo, preserva tu paz interna evitando entrar en la provocación y en las trampas de los otros."

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