Uno de los principios que rigen el universo es la Ley del Ritmo. Todo en la creación universal fluye y refluye. Todo avanza y retrocede. A este principio se le conoce también como Ley del Péndulo, los ciclos oscilan de un lado a otro.
Después de haberse completado una oscilación completa todo evoluciona, es imposible volver al mismo punto.
Ningún coach debería prometer mantener a una persona siempre en la alegría. Al comenzar una terapia, se van deshaciendo nudos, solucionando conflictos interiores. A veces son tan antiguos y están tan arraigados que cuando hemos de despedirnos de ellos, sentimos una profunda tristeza. Es lógico, han penetrado tanto en nosotros, que al despojarnos de ellos provocan un duelo que hemos de superar.
Para renacer primero hemos de dejarnos morir. Dejar marchar esas partes de nosotros que ya no nos proporcionan aprendizaje, que no nos llevan a evolucionar, esas asignaturas que ya hemos aprobado.
Para que germinen las nuevas semillas primero hemos de arar el terreno, quitar las hierbas que obstruyen el crecimiento de aquello que nos hemos decidido a plantar.
La vida a cambio nos abrirá la puerta a un nuevo escalón con nuevas lecciones, nuevos retos que ahora podremos ver desde los ojos de la victoria del escalón anterior.
Esta vez con una sonrisa mucho más amplia, estoy segura.
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